Esta frase, «nuestros niños engordan cada vez más», la pronunció la directora general de Naciones Unidas (ONU) en 2014, Margaret Chan.
Y la situación no ha mejorado.
Según los cálculos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la obesidad crece sin parar y ya afecta a 340 millones de adolescentes y 39 millones de niños. Hablamos sólo de obesidad, no de sobrepeso, cuyos datos son aún más desoladores.
La obesidad en niños y niñas puede tener efectos negativos en su salud física y mental.
Puede aumentar el riesgo de enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2, enfermedades del corazón, presión arterial alta y ciertos tipos de cáncer.
También puede contribuir a problemas de salud mental, como la depresión y la baja autoestima.
Además, los niños y niñas obesos pueden ser víctimas de acoso y discriminación, lo cual puede tener un impacto negativo en su bienestar emocional y social.
La obesidad y el sobrepeso se pueden reducir mediante una combinación de dieta saludable, ejercicio regular y cambios en el estilo de vida:
Seguir una dieta equilibrada que incluya una variedad de frutas, verduras, proteínas magras y granos completos.
Limitar la ingesta de alimentos procesados y azúcares añadidos.
Hacer ejercicio regularmente.
Dormir lo suficiente: se recomienda un mínimo de 7 horas por noche.
Evitar el sedentarismo y tratar de moverse y caminar más durante el día.
Reducir el estrés y la ansiedad mediante técnicas como la meditación o el yoga.
Es importante recordar que la pérdida de peso saludable debe ser gradual. La OMS recomienda una media de 500-1.000 gramos a la semana.
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